Carmen Herrera dedicó su vida a perfeccionar el arte de limitarse a lo esencial. Para ella el
famoso refrán “menos es más,” es una verdad absoluta.
A Carmen Herrera (1915) le fascinan la claridad y la complejidad de lo simple. Ese gusto es
difícil de complacer pues implica deshacerse de todo lo que no sea absolutamente esencial, sin
perder un ápice de lo que se quiere comunicar.
Para la artista cubana limitarse a lo simple es elegir los dos colores que -en sus palabras- más
hacen el uno por el otro, y ampliar y revitalizar el espacio del cuadro a partir de la justa
combinación de formas geométricas.
Blanco y Verde (1966) no es más que dos triángulos verdes sobre un fondo blanco. Sin embargo,
por el lugar y la manera en que Herrera los pintó, hacen pensar en la escena central de la Capilla
Sixtina: el momento en que Dios extiende su mano y le da vida a Adán.
Blanco y verde (1966), Lisson Gallery
La magia de las obras de la artista está en la fuerza de una combinación de formas y colores en la
que cada elemento saca lo mejor de sí mismo haciendo brillar al otro. Todo lo demás sobra.
Contemplando la clara y compleja simpleza de sus cuadros y esculturas entiende uno por qué la
artista dijo la curadora de su primera exposición en el Whitney Museum de Nueva York, Dana
Miller, que no tenía el corazón para pintar sino la cabeza para hacerlo. Cada una de sus obras es
una hermosa idea.
Esas ideas pasaron desapercibidas durante décadas. Herrera vendió su primer cuadro a los 89
años de edad; cinco después la galería IKON de Birmingham, Inglaterra, inauguró la primera
exposición retrospectiva de su obra; y en 2017 el Whitney -uno de los museos más importantes
del mundo- le hizo el homenaje que merecía hacía años. La muestra Carmen Herrera: Lines of
Sight (Carmen Herrera: líneas de visión) se estrenó en el centenario de la artista. Hoy, con 104
años, vende cuadros por millones de dólares.
Herrera -como le gusta recordar- esperó casi cien años a que le llegara su tren. El largo silencio
del mundo del arte, aunque duro, no la hizo comprometer su visión. Lo aprovechó para
experimentar libremente, dejándose guiar por la belleza de la línea recta hasta encontrar su estilo;
un estilo del que no dudó:
“¿Cuál es su artista favorito?” le preguntó un periodista del diario inglés The Guardian en 2016.
“Carmen Herrera,” respondió ella. “Sí, Carmen Herrera es mi artista favorita.”
Este es el tercero de una serie de artículos -realizados con el apoyo del Museo de Arte Moderno
de Bogotá- que explorarán la obra y la filosofía de los artistas modernos colombianos y
latinoamericanos.
Por: Cristina Esguerra. Filósofa y periodista. Tiene una maestría en filosofía de la Freie Universität Berlin y un MA en periodismo cultural de Columbia University. A lo largo de los años se ha especializado en escribir e investigar sobre el mundo del arte. Actualmente trabaja como periodista freelance colaborando con diversos medios de comunicación, entre ellos ArtDependece, eltiempo.com, Semana y Contemporáneo&.