EXPOSICIÓN
20.10.2016
— 15.12.2016

MADRE TIERRA AMOTINADA

COLECTIVA

Curaduría:
María Elvira Ardila

 

Artistas participantes:
Miguel Ángel Rojas
Fernando Arias
María Elvira Escallón
Ana Patricia Palacios
Elkin Calderón
Mario Opazo
Rodrigo Facundo
Alicia Barney
Beatriz Grau
Liliana Durán
Diego Robayo
Ana María Rueda
Eduardo Villanes
Juan Fernando Herrán
Fern Shaffer
Miler Lagos
Andrés Gaitán
Santiago Vélez

 

Curaduría:
María Elvira Ardila

Artistas participantes:
Miguel Ángel Rojas, Fernando Arias, María Elvira Escallón, Ana Patricia Palacios, Elkin Calderón, Mario Opazo, Rodrigo Facundo, Alicia Barney, Beatriz Grau, Liliana Durán, Diego Robayo, Ana María Rueda, Eduardo Villanes, Juan Fernando Herrán, Fern Shaffer, Miler Lagos, Andrés Gaitán, Santiago Vélez

Los síntomas de la sociedad actual permiten entender que estamos en un momento de crisis global, vivimos en una sociedad enferma. La modernidad nos dejó de herencia verbos arraigados como: conquistar, progresar, cambiar, edificar, sustituir, transgredir, destruir, exterminar, mentir, consumir, carecer, necesitar entre muchas otras acciones que se arraigan en el inconsciente colectivo y se relacionan con una economía que sigue vigente.

Los pronósticos ambientales y ese capitalismo desbordante que fue comparado por el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Felix Guattari con una de las enfermedades mentales más fuertes como es la esquizofrenia, que se caracteriza por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad, un mundo donde se trastoca nuestros deseos más profundos en deseos artificiales que hacen consumir desde una bebida negra azucarada hasta experiencias y nuevas estrategias de la publicidad.

Edgardo, uno de los personajes del Rey Lear, expresa: «El príncipe de las tinieblas es un noble caballero». Esta frase es tan vigente como otras de William Shakespeare, pues al mundo contemporáneo lo dominan las corporaciones que se presentan ante los países “pobres”, pero ricos en recursos naturales, como los “nobles caballeros” cuyos discursos son llenos de posibilidades de órdenes diversos como el ofrecimiento de trabajo a muchas personas que lo necesitan y debajo del brazo traen contratos donde las ganancias son para ellos, el maltrato a la naturaleza es devastador y pagan multas por diversas razones que contemplan en sus presupuestos. Sólo falta que echemos un vistazo a las compañías mineras o las petroleras que utilizan el fracking contaminado la tierra y el agua. Algunas de estas empresas difunden las semillas transgénicas con el propósito de acabar el hambre de los países más necesitados. El glifosato se usa para erradicar cultivos ilícitos lo que daña la tierra y produce enfermedades que aún no poseen estadísticas. Estos químicos son producidos por Monsanto, la misma compañía que utiliza hormonas y antibióticos en las vacas para producir más leche de manera más rápida y menos costosa en Estados Unidos, y la misma que creó el Agente naranja para rociar las selvas y los habitantes en Vietnam y es una de las compañías que patenta y monopoliza genes, procesos de modificación genética, semillas e incluso plantas completas que pertenecen a toda la humanidad.

 

 

También están los discursos en pro de construir plantas y crear armamentos nucleares en las ciudades, pregonan la energía para todos, argumentan la seguridad y la estabilidad del país frente a un conflicto de orden global. Akira Kurosawa en el inolvidable filme ‘Sueños’ presenta una imagen del Monte Fuji donde el cielo se tiñe de rojo debido al estallido de una central nuclear. Con este filme nos advierte de los ensayos de bombas nucleares y nos recuerda a Hiroshima y a Nagazaki. También nos confronta con la historia presente: Francia hizo una prueba en el atolón de Mururoa en la Polinesia (El paraíso perdido), Corea del Norte acaba de realizar otra prueba en septiembre de este año. Y no podemos olvidar el reactor que estalló en Chernóbil y el escape de la central nuclear de Fukushima, ni las muertes, la radiación, los temblores, el movimiento de las placas y las epidemias de cáncer que produjeron.

Lo anterior refuerza la idea que la tierra se convirtió en un paraíso que se perdió por la mano del ser humano, el individuo de hoy disfruta de los espejos, pues estos lo reflejan sólo a él y hacen que se olvide de todo lo demás, ya muchos filósofos nos expresan que el siglo XX y el XXI son los más individualistas en la historia.

En el Génesis uno de los meta relatos de la humanidad: “Dijo Dios hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza nuestro: que mande en los peces del mar y en las aves del cielo, en las bestias y en todas las alimañas terrestres y en todo los reptiles que reptan en la tierra”. Y el ser humano se tomó en serio estas palabras y dominó la tierra, los animales y llegó a extremos brutales y sistemáticos como son los exterminios de nativos americanos, indígenas, judíos, sirios, entre otros tantos que mueren día a día.

Resulta paradójico que sólo después de XXI siglos el Papa Francisco se pronuncie en torno a las problemáticas ambientales: “La tierra parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, sólo falta dar un vistazo a la “sopa de plástico” que conforma hoy un reino en el Océano Pacífico y que envenena a un millón de aves, mamíferos marinos y tortugas luego de comer plástico o enmarañarse en él. Las estadísticas nos proporcionan cifras como: entre 12.000 y 24.000 toneladas de basura que ingieren cada año los peces en las profundidades del Pacífico.

Pero ¿qué quiere decir este dato? Es simplemente un número alarmante, o uno de los avisos visibles que el planeta está pidiendo ayuda para no morir? O nos dice que ella se regenerará y la pregunta entonces sería: ¿qué pasará con el ser humano?.

‘Madre tierra amotinada’ nace de observar las acciones del ser humano en contra de la tierra, pero también es un proyecto que desea conectar todas las formas de creación en pro de la naturaleza. El siglo XXI tiene como reto encontrar un equilibrio; cada año se celebra el Día de la Tierra el 26 de abril, se hacen pactos, pero estos sólo se cumplen con el compromiso no sólo de los gobiernos, las mutinacionales y nosotros. La Red Global de la huella ecológica publicó este 8 de agosto que usamos la totalidad de los recursos de lo que la tierra puede regenerar. Cada vez es más alarmante, estamos en un punto en el que no se puede ser indiferente a los desastres dejados por las dinámicas de la sociedad moderna.

Desde finales de los años 80, algunos artistas ligan su práctica artística con lo ambiental lo han hecho a manera de resistencia, en donde la práctica se liga con el activismo, en donde el arte se liga a la vida y sus procesos son respuesta de una forma de pensar, denunciar y de actuar. El arte es lo que no se acomoda, es lo que disuelve la mimesis de la sociedad narcisa, la interfiere y la subvierte, manifiesta su inconformidad. Las prácticas contemporáneas son procesos que se medían con la experiencia que se construyen con la comunidad, las problemáticas que atraviesa el mundo, del vacío que proporciona la institucionalidad, o la vida misma. El arte actual es discursivo, y la obra es el mismo texto, el cual no posee una sola significación sino es polivalente, no se define desde paradigmas establecidos, es un arte que se transforma desde su propia existencia.

Por su parte el espectador se acerca y participa en estas prácticas, entabla diálogos desde lo más cercano al artista (s), experimenta las obras en su singularidad y se sitúa lo más cerca y a partir de esta percepción, crea sus propios discursos y experiencias. Así, no sólo los artistas, sino biólogos, campesinos, estudiantes, ecologistas, psicólogos, diseñadores, comunicadores y mucha gente se conecta con la tierra y lo ambiental de manera multidisciplinaria en sus propuestas.
Sólo a través de las acciones lideradas con un ánimo altruista, prácticas activistas que supone una posición política en el sentido noble de la palabra, quizás sea posible acercarse a micro utopías que van en contra de toda clase de violencia y de maniqueos corporativos.

La muestra infiere sobre lo qué está pasando en los páramos, los ríos, los animales en vía de extinción, la basura no biodegradable, en los químicos en los alimentos, las patentes de las semillas, el cambio climático, la tala indiscriminada de los bosques, la destrucción, la contaminación del agua por el mercurio y arsénico utilizado en la minería y del plástico ese cáncer para el planeta.

La Madre tierra, nominada oficialmente así por la ONU y por la interdependencia que tenemos con ella, salió mal librada.
¡Nuestra Pachamama se amotina y nosotros con ella!

María Elvira Ardila
Curadora del Museo de Arte Moderno de Bogotá

MAMBO
Museo de Arte Moderno de Bogotá

INAUGURACIÓN
jueves 20 de octubre — 2:00 pm

IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN