EXPOSICIÓN
25.02.2017
— 27.04.2017

DE LA LÍNEA AL ESPACIO

JIM AMARAL, OLGA DE AMARAL y RICARDO CÁRDENAS

La primera exposición del año presenta la obra de Jim Amaral, Olga de Amaral y Ricardo Cárdenas. Partiendo del concepto de la línea como medio esencial de la creación, la exposición presenta las formas diferentes en las que estos artistas han tomado esta idea y la han adaptado al espacio para transmitir sus inquietudes acerca de la vida, el mundo y el arte en sí.

Curaduría:
Eduardo Serrano

Eduardo Serrano es un crítico y curador de arte en Colombia. Se graduó en Antropología e Historia del Arte en New York University e hizo estudios de antropología en la Universidad de los Andes de Bogotá. Se desempeńó como Director General de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, autor de numerosos libros de arte, conductor del programa de televisión El Taller del Artista y de la sección de arte de Descubriendo. Fue Curador General del Museo de Arte Moderno de Bogotá durante 20 ańos, desde 1974 a 1994.

La primera exposición del año presenta la obra de Jim Amaral, Olga de Amaral y Ricardo Cárdenas. Partiendo del concepto de la línea como medio esencial de la creación, la exposición presenta las formas diferentes en las que estos artistas han tomado esta idea y la han adaptado al espacio para transmitir sus inquietudes acerca de la vida, el mundo y el arte en sí.

Curaduría:
Eduardo Serrano

Eduardo Serrano es un crítico y curador de arte en Colombia. Se graduó en Antropología e Historia del Arte en New York University e hizo estudios de antropología en la Universidad de los Andes de Bogotá. Se desempeńó como Director General de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, autor de numerosos libros de arte, conductor del programa de televisión El Taller del Artista y de la sección de arte de Descubriendo. Fue Curador General del Museo de Arte Moderno de Bogotá durante 20 ańos, desde 1974 a 1994.

Jim Amaral

La obra de Jim Amaral resume muchas de las interpretaciones que se le han otorgado artísticamente a la línea, no sólo como elemento bidimensional, como contorno, y como intento de construir y representar el movimiento o energía en un plano, sino como factor que se encuentra en todos los lugares hacia donde el ser humano vuelve la mirada e inclusive la imaginación, y por lo tanto, como un elemento de gran importancia para entender quiénes somos, dónde estamos, de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos.

Pero si bien su trabajo se asienta en la línea, para Amaral una vez trazada u objetualizada, la línea ya no tiene que ver con ella misma sino con su posibilidad de evocar universos y de emitir observaciones, por lo general sutiles pero a veces bastante directas, acerca de aspectos del ser humano y de la sociedad, así como de este y otros mundos.

Sus líneas introducen al observador en un espacio donde reina el inconsciente, la expresión sin las restricciones del racionalismo, la fantasía, haciendo manifiesta una clara tendencia a postular las libertades interiores como contenido de sus obras. Algunas de ellas, sin embargo, pueden tomarse como alegorías acerca de la sociedad contemporánea, aunque en muchas ocasiones se remontan al pasado, a las lecciones de la historia, o por el contrario, se dirigen al futuro para plantear enigmas que trascienden la postrimería de los tiempos, el fin de la era planetaria, y que por lo tanto reflejan acentuadas reflexiones acerca de la insignificancia física y temporal del ser humano.
Su trabajo patentiza que no sólo los problemas económicos y sociales ocupan la mente del hombre contemporáneo, sino que también figuran enigmas vitales, filosóficos, espirituales y psicológicos propios de estos tiempos, cuando la sociedad se halla en permanente turbulencia, y la tecnología hace prever un mundo totalmente distinto al que se conoce. Al igual que el carácter lúdico, interactivo, variable, sonoro, de muchas de sus piezas permite aflorar una definición del arte en la cual la participación del observador es importante, la reiterada presencia de las esferas en su más reciente producción —poderosa cualquiera sea su escala— trae a la mente la antigua tesis de que “el universo es una esfera cuyo centro está en todas partes” de tal forma que cada quien es el centro de su propio universo.

Texto por: Eduardo Serrano

En el espacio:

La arquitectura funciona como un articulador entre el ser humano y su entorno. Genera situaciones de aproximación o encerramiento por medio de los elementos que componen los espacios. Al Museo de Arte Moderno de Bogotá se entra y por un momento se deja atrás el entorno. Un espacio parcialmente cerrado, de muros gruesos y pesados que generan un ambiente frío y contenido. En el centro una escalera, rotada con relación al edificio ortogonal, marca los ejes diagonales y aparece sostenida por el aire y dos columnas de concreto. Es independiente de la estructura principal del edificio, pero aún así es el elemento vertical que conecta todos los planos. Se recorre el edificio en espiral, de abajo hacia arriba, y es posible tener un aproximamiento a los espacios sin tener que salir de la escalera.

Inicialmente no se sabe bien hacia que dirección se está mirando, el edificio obliga a cambiar direcciones y desubica al visitante del entorno. Pero a medida que se va subiendo aparecen aperturas en los muros, se aclaran los espacios y entra el verde del parque al interior. Las ventanas enmarcan el contexto y hacen consciencia por el lugar. El edificio se vuelve único e intransferible.

La luz cenital amplia el espacio y baña las patinas de las escultura. Las obras se organizan sueltas por toda la sala, se recorren libremente y se pueden observar desde diferentes perspectivas. Como el edificio, se construyen a partir de elementos que contienen, enmarcan, se sobreponen. Se construyen espacios habitables, y se convierten en maquinas que generan relaciones entre ellas, con el visitante y el entorno.

Texto por: Laura Aparicio

Olga de Amaral

Las composiciones y demás valores formales de la obra de Olga de Amaral, la originalidad y exquisitez de su técnica, su sabio empleo no sólo del oro y la plata sino de un colorido armónico y sugerente, después de atrapar la atención e incitar a un regodeo sensual, conduce mentalmente a otros espacios en los cuales su trabajo hace especial sentido, y que pueden ser a primera vista opuestos.

Por ejemplo, su obra, por el esplendor que la acompaña, remite a ámbitos sagrados, a la historia, y simultáneamente, por su carácter abierto, por la variedad de sus recursos y la extensa validez de sus pronunciamientos estéticos, se halla inevitablemente inmersa en los amplios dominios artísticos que ha planteado la globalización.

En su acoplamiento con los muros, en el punto de vista frontal de algunas de sus piezas, y en el carácter exento de otras tantas, su producción resume planteamientos arquitectónicos, pictóricos y escultóricos; y así como algunos de sus trabajos pueden considerarse abstractos ya que hacen reconocibles sus principios geométricos y el origen intelectual de su creatividad, otros son directamente alusivos al mundo, al universo, figurando la luna y el sol entre sus más asiduos referentes, y por ende la inmensidad, la infinitud, como las dimensiones conceptuales de su obra. Las instalaciones, modalidad del arte contemporáneo que propone un recorrido, también hacen parte de su producción y en ellas, tal vez por ocupar espacios más extensos, es aún más evidente el carácter contemplativo y trascendental de su trabajo.

No es extraño, por consiguiente que el término “sublime” se haya utilizado frecuentemente en relación con sus obras, y menos aún si se considera que a pesar de su silencio y serenidad, es una obra que se propone agitar y mover el espíritu, incitar a reflexiones sobre temas inevitables y provocadores como la soledad y la eternidad, y en la cual se percibe un ánimo de grandeza, un propósito de belleza extrema capaz de llevar al espectador a un éxtasis visual propicio para la introspección.

Texto por: Eduardo Serrano

En el espacio:

Las obras se encuentran exentas de las paredes y se puede percibir que tienen un frente y un revés, un volumen, una profundidad. Se convierten en elementos sueltos que al encontrarse entre ellos construyen espacialidad dentro del mismo espacio arquitectónico. Aquí comienza un diálogo con las ideas de Rogelio Salmona.

Espacios fluidos que invitan al visitante a moverse libremente, pero que alterados por nuevos elementos mudan el recorrido convencional que se hace por el edificio. Las obras sueltas responden a los planos verticales, se acogen a las diagonales y contribuyen al fraccionamiento de la planta rectangular en espacios irregulares. Se llenan los vacíos, se sobrepasan las alturas sencillas y se materializan los siete metros de altura de los espacios. El edificio invita a ver las obras desde diferentes puntos de vista. Los materiales de las obras invitan al edificio a oscurecerse, a omitir su entorno y controlar la luz. El espacio tiende a desaparecer, pero cuando las obras se recorren, el cuerpo se convierte en principal actor de esta experiencia y el espacio existe nuevamente.

Texto por: Laura Aparicio

Ricardo Cárdenas

La obra de Ricardo Cárdenas no sólo parte de líneas dibujadas, sino que se concreta mediante líneas tubulares de diferentes dimensiones tanto en su longitud como en su diámetro para introducirse en el espacio, demarcarlo, ocuparlo y plantear varias disyuntivas de interés social o cultural.

Aunque a primera vista sus instalaciones parecen construcciones abstractas, en realidad son obras deliberada y enfáticamente representacionales, como es el caso de esta instalación que muestra en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, en la cual el artista evoca el intrincado conjunto de hierbas y plantas exuberantes que se conoce como manigua y que, como los avatares de la realidad, puede hacer cambiar de rumbo al protagonista que es realmente el visitante dispuesto a vivirla, a penetrarla.

El referente de esta obra, como en la mayoría de sus trabajos es la naturaleza, aunque nada podría estar más alejado de la naturaleza que los materiales con los que la significa: manguera de poliuretano, varillas metálicas y zuncho plástico. Y en esta simbiosis o acoplamiento de lo natural evocado y lo industrial transformado que da origen a su producción, puede reconocerse, no sólo su contemporaneidad, sino una preocupación por equilibrar la contemporaneidad con la vida del planeta. En este sentido su obra constituye una especie de recordatorio de que no se le puede dar la espalda a la naturaleza ni a la industria, debiendo existir un balance entre las necesidades del ser humano y las exigencias de su entorno.

Manigua, como ha sido una constante en su trabajo, se relaciona armoniosamente con el área en la cual fluye sugiriendo movimiento y levedad e introduciendo al observador en un espacio físico cuyo laberíntico recorrido, produce cierta sensación de incertidumbre que puede parangonarse con la que vive existencial y socialmente el hombre contemporáneo, pero que lejos de producir desazón, invita al juego, a perderse y encontrarse entre el amarillo radiante del material. Su Manigua no devora como en La Vorágine, más bien intriga, energiza, y aunque puede enredar y confundir, conduce felizmente al destino previsto. Su recorrido recompensa con la deleitable sensación de haber experimentado en carne propia una obra de arte, de haber colaborado con sus propósitos, y de haber “coronado” unos obstáculos que a primera vista parecieron infranqueables.

Texto por: Eduardo Serrano

En el espacio:

Llegar a un espacio, alejarse del movimiento de la ciudad, y entrar en una pausa. Al edificio se llega por medio de una escalinata prolongada, se sube lenta y pausadamente acercándose para verlo en escorzo, permitiendo percibir el volumen completo del cubo. Se sienten las dimensiones y el peso del edificio. Sin embargo, esta vez nos encontramos primero con una masa construida a partir de líneas aleatorias, dibujadas en el aire y para este lugar específico. Las líneas sueltas y ligeras contrastan con la construcción ortogonal del edificio moderno, con un material pesado y con la línea como elemento estructural.

La manigua crece ligera y descontrolada, parece infinita. Pero dentro de esta aleatoriedad controla como el visitante se aproxima al edificio, alterando sutilmente la aproximación directa y construye un recorrido de perspectivas. El edificio se ve de frente, se dibuja un camino por dentro de la manigua hasta que es posible acercarse, tocarlo y detallar su materialidad. En seguida se aleja y obliga a darle la espalda, a alejar la mirada de la arquitectura para percibir el entorno y darse cuenta que desde la entrada existe la intención de ver Monserrate y las Torres del Parque. La manigua se acopla al edificio que invade y repite las diagonales que construyen las perspectivas para dirigir la mirada hacia el entorno y hacer parte de un contexto. Se está dentro de la manigua y se percibe como interminable. Ha crecido hasta el interior del edificio y no existe diferencia entre espacio abierto y cerrado. Es un espacio fluido, sin barreras y sin límites como lo quería Rogelio Salmona.

Texto por: Laura Aparicio

De martes a sábado:
10 am - 6 pm
Domingos:
12 am - 5:00 pm

MAMBO
Museo de Arte Moderno de Bogotá

INAUGURACIÓN
sábado 25 de febrero — 10:00 am

KIT DE PRENSA 

 

Aliado Institucional:

 

 

 

 

 

 

ARTÍCULOS SOBRE
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